viernes, 26 de octubre de 2012

Arqueología en Benimaclet. Por algo se empieza



En este mes de octubre hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo la primera intervención arqueológica en el barrio de Benimaclet de Valencia, cuyo Núcleo Histórico Tradicional, con calificación de Bien de Relevancia Local, se ha integrado recientemente entre las áreas de vigilancia arqueológica de Valencia, en concreto la nº 13.
Área de Vigilancia Arqueológica de Benimaclet
Los trabajos se han realizado como paso previo a la rehabilitación de la vivienda unifamiliar de la c/ Alegret 14 y la nueva construcción de su cuerpo con fachada a la c/ Sant Mateu. La excavación ha sido modesta en cuanto a la extensión, tan solo los 52 m2 de la mitad sur del solar hacia la c/ Sant Mateu, pero nos ha avanzado el rico potencial arqueológico que guarda el subsuelo de este antiguo pueblo hoy barrio de la ciudad.
Como es bien sabido, Benimaclet es una antigua entidad urbana o lloc de municipalidad independiente hasta 1871, que formaba parte del conjunto de localidades menores situadas en el radio de 5 km de la ciudad de Valencia, en la división territorial conocida como Particular Contribució.
El núcleo tradicional de Benimaclet presenta una trama urbana que recuerda al de las vilanovas de fundación bajomedieval postconquista, con un casco de planta cuadrangular o ligeramente trapezoidal, integrado por manzanas rectas.
A partir de la donación de la antigua alquería islámica a los hermanos García y Ximén Pérez de Pina  por parte del rey Jaume I, el señorío fue pasando en los siglos XIII y XIV por varias manos entre otras por las de Francesc de Vinatea.  En 1409 fue vendida al Cabildo de la Catedral. En ese momento la propiedad de Benimaclet se componía de sesenta y dos casas, dos molinos, un horno y una carnicería.
Este parcelario se mantuvo sin grandes variaciones hasta finales del siglo XIX, momento en que inició una expansión al norte de la calle Alegret y al oeste, hacia la calle Emilio Baró. No obstante, las manzanas originales se han mantenido fosilizadas hasta la actualidad.
Como principal aportación de esta intervención arqueológica para la historia urbana de este antiguo o lloc de la Huerta de Valencia se ha podido constatar la existencia de estructuras desde una fase tan antigua como es el siglo XIV. La existencia de un andén con canalización adosado al cierre este, una superficie de suelo que recuerda a los caminos, plazas o espacios abiertos y un espacio donde aflora el nivel natural con un suelo encostrado por la acción del encharcado del agua, nos induce a plantear la hipótesis de que en origen el solar formaba parte de un área a aire libre, posiblemente cerrada, típica de los huertos o patios de un edificio que excediera el ámbito del solar.
Las primeras estructuras que claramente remiten a una parcela urbana de vivienda son de la primera mitad del siglo XV. Corresponden a un edificio de dos crujías paralelas a fachada, separadas por un muro central, cuya extensión total debía ser la suma de nuestra parcela más la vecina por el oeste.
Niveles de la vivienda de época Moderna
En la época Moderna, posiblemente entre los siglos XVII y XVIII, debió reedificarse esta vivienda. De este periodo son las estructuras mejor conservadas, habiéndose documentado el pavimento de guijarros del eje central o pas de carro con el pozo al fondo y el andén de acceso a las estancias de su mano derecha. Las dos habitaciones estaban pavimentadas con suelos de baldosas de pasta roja, la de la primera crujía debió ser un dormitorio y la de la segunda un salón-cocina, que disponía de un hogar y una alacena.

Son restos modestos, pero entre las pertenencias de una sociedad también tienen cabida las pequeñas evidencias de los espacios de vivienda, de trabajo, o de sociabilidad de las gentes que, a lo largo del tiempo, han vivido donde ahora lo hacemos nosotros.
Los profesionales de la arqueología (no incidiré aquí en el papel y obligación que poseen las distintas administraciones en la difusión pública del patrimonio arqueológico) debemos reflexionar acerca de los mecanismos que permitan transmitir al ciudadano, al vecino que ha visto trabajar unos días a unas personas detrás de una valla, las conclusiones que se derivan de una intervención. Conclusiones que no sólo se traducen en datos más o menos eruditos, más o menos espectaculares o más o menos anecdóticos.
La arqueología es ante todo Historia y de nuestros trabajos se deben extraer lecciones que ayuden a diseñar una ciudad más habitable, digna y respetuosa con su legado.
Benimaclet comienza ahora su andadura en la documentación de su patrimonio arqueológico. ¡Que nadie se asuste!, para desterrar la idea tan extendida de que la llegada de un arqueólogo supone “que ahí ya no se construye, ¡la que le ha caído al propietario!”, se ha de transmitir que tras una periodo de intervenciones sistemáticas en otros solares será posible conocer en mayor profundidad este barrio. Y quien conoce algo es capaz de estimarlo y respetarlo con más energía.