En este
mes de octubre hemos tenido la oportunidad de llevar a cabo la primera
intervención arqueológica en el barrio de Benimaclet de Valencia, cuyo Núcleo
Histórico Tradicional, con calificación de Bien de Relevancia Local, se ha
integrado recientemente entre las áreas de vigilancia arqueológica de Valencia,
en concreto la nº 13.
Área de Vigilancia Arqueológica de Benimaclet |
Los
trabajos se han realizado como paso previo a la rehabilitación de la vivienda unifamiliar
de la c/ Alegret 14 y la nueva construcción de su cuerpo con fachada a la c/
Sant Mateu. La excavación ha sido modesta en cuanto a la extensión, tan solo
los 52 m2 de la mitad sur del solar hacia la c/ Sant Mateu, pero nos
ha avanzado el rico potencial arqueológico que guarda el subsuelo de este
antiguo pueblo hoy barrio de la ciudad.
Como es
bien sabido, Benimaclet es una antigua entidad urbana o lloc de municipalidad independiente
hasta 1871, que formaba parte del conjunto de localidades menores situadas en
el radio de 5 km de la ciudad de Valencia, en la división territorial conocida
como Particular Contribució.
El núcleo tradicional de Benimaclet presenta una trama
urbana que recuerda al de las vilanovas
de fundación bajomedieval postconquista, con un casco de planta cuadrangular o
ligeramente trapezoidal, integrado por manzanas rectas.
A partir de la donación de la antigua alquería islámica a
los hermanos García y Ximén Pérez de Pina por parte del rey Jaume I, el señorío fue
pasando en los siglos XIII y XIV por varias manos entre otras por las de Francesc
de Vinatea. En 1409 fue vendida al
Cabildo de la Catedral. En ese momento la propiedad de Benimaclet se componía
de sesenta y dos casas, dos molinos, un horno y una carnicería.
Este parcelario se mantuvo sin grandes variaciones hasta
finales del siglo XIX, momento en que inició una expansión al norte de la calle
Alegret y al oeste, hacia la calle Emilio Baró. No obstante, las manzanas
originales se han mantenido fosilizadas hasta la actualidad.
Como
principal aportación de esta intervención arqueológica para la historia urbana
de este antiguo o lloc de la Huerta
de Valencia se ha podido constatar la existencia de estructuras desde una fase
tan antigua como es el siglo XIV. La existencia de un andén con canalización
adosado al cierre este, una superficie de suelo que recuerda a los caminos,
plazas o espacios abiertos y un espacio donde aflora el nivel natural con un
suelo encostrado por la acción del encharcado del agua, nos induce a plantear la
hipótesis de que en origen el solar formaba parte de un área a aire libre,
posiblemente cerrada, típica de los huertos o patios de un edificio que
excediera el ámbito del solar.
Las
primeras estructuras que claramente remiten a una parcela urbana de vivienda
son de la primera mitad del siglo XV. Corresponden a un edificio de dos crujías
paralelas a fachada, separadas por un muro central, cuya extensión total
debía ser la suma de nuestra parcela más la vecina por el oeste.
Niveles de la vivienda de época Moderna |
En la
época Moderna, posiblemente entre los siglos XVII y XVIII, debió reedificarse
esta vivienda. De este periodo son las estructuras mejor conservadas,
habiéndose documentado el pavimento de guijarros del eje central o pas de carro con el pozo al fondo y el
andén de acceso a las estancias de su mano derecha. Las dos habitaciones estaban
pavimentadas con suelos de baldosas de pasta roja, la de la primera crujía
debió ser un dormitorio y la de la segunda un salón-cocina, que disponía de un
hogar y una alacena.
Son restos modestos, pero entre las pertenencias de una
sociedad también tienen cabida las pequeñas evidencias de los espacios de
vivienda, de trabajo, o de sociabilidad de las gentes que, a lo largo del
tiempo, han vivido donde ahora lo hacemos nosotros.
Los profesionales de la arqueología (no incidiré aquí en el
papel y obligación que poseen las distintas administraciones en la difusión pública
del patrimonio arqueológico) debemos reflexionar acerca de los mecanismos que
permitan transmitir al ciudadano, al vecino que ha visto trabajar unos días a
unas personas detrás de una valla, las conclusiones que se derivan de una
intervención. Conclusiones que no sólo se traducen en datos más o menos
eruditos, más o menos espectaculares o más o menos anecdóticos.
La arqueología es ante todo Historia y de nuestros trabajos
se deben extraer lecciones que ayuden a diseñar una ciudad más habitable, digna
y respetuosa con su legado.
Benimaclet comienza ahora su andadura en la documentación de
su patrimonio arqueológico. ¡Que nadie se asuste!, para desterrar la idea tan
extendida de que la llegada de un arqueólogo supone “que ahí ya no se construye,
¡la que le ha caído al propietario!”, se ha de transmitir que tras una periodo
de intervenciones sistemáticas en otros solares será posible conocer en mayor
profundidad este barrio. Y quien conoce algo es capaz de estimarlo y respetarlo
con más energía.