jueves, 28 de junio de 2012

La rehabilitación arquitectónica ¿cómo? y ¿para qué?


Alquería de Barrinto. Marxalenes-Valencia.
 Arquitectos M. Del Rey y A. Gallud. Arqueólogo V. Algarra
Tal vez alguien piense que, en estos momentos, hablar de rehabilitación o de cualquier iniciativa relacionada con la puesta en valor del patrimonio cultural es una pérdida de tiempo, ante las escasas posibilidades de financiación actuales y las oscuras perspectivas de futuro.
Pero, asumiendo la honda preocupación que todos sufrimos por la situación actual, creo que, ahora más que nunca, es momento de reflexionar, hacer balance de los errores y aciertos de estas últimas décadas, compartir experiencias y formarse en el campo de la rehabilitación para encarar un futuro mejor.

  
En política, en economía, día a día se nos alecciona en la idea de que es un ejercicio vano, e incluso contraproducente, mirar hacia atrás, para buscar “culpables”, malas praxis y lo que es peor delitos. Pero sigo creyendo que es imprescindible rebuscar en el pasado ¿cómo es posible, si no, alcanzar soluciones si desconocemos o nos autonegamos a reconocer los errores colectivos e individuales?
Volviendo a nuestro ámbito profesional, claro es que abundan los ejemplos de proyectos de rehabilitación bien planificados y bien resueltos en los últimos 10-15 años. Pero también es cierto que la lista de los “fiascos” es, ciertamente, larga.
No está en nuestro ánimo sacar los colores a nadie. Reflexionar acerca de las experiencias pasadas no significa recriminar. Sin embargo, quiero apuntar tres situaciones que en demasiados casos han sido norma, e incluso se han combinado entre sí, como caras de una misma moneda.

- ¡Quiero obra!
Ese ha sido un lema esgrimido por algunos políticos y gestores ante la solicitud y consecuente denegación de redacción de Planes Directores o, cuanto menos, de modestos proyectos donde se asienten las bases de la rehabilitación de un edificio histórico, a saber: conocimiento profundo del mismo, criterios coherentes de intervención, usos y compatibilidades con el monumento.
La búsqueda, por encima de todo, de rentabilidad política supone, entre otras cosas, inmediatez y productos efímeros. La inmediatez, como en todos los trabajos, trae consigo chapuzas y lo efímero en monumentos históricos seculares es, por no calificarlo de otro modo, un mal chiste.

- ¡Rehabilita y ya veremos para qué!
Este es otro mensaje muy recurrido en los últimos tiempos. Cuando algo se inicia sin saber por qué o para qué se rehabilita,  lo normal es que al final de la obra siga sin conocerse el uso del edificio. El riesgo que se corre es que al día siguiente de recuperarlo comience su degradación.
Como variante de esta situación, en ocasiones, se adjudica un uso “iluso” a los espacios rehabilitados, algo que ni se planifica (¡volvemos a la casilla de salida!), ni se dota, ni, y esto por alucinante no deja de ser cierto, se comunica a aquellos que tras la rehabilitación deben hacerse cargo del edificio y desarrollar la actividad a la que se destina (espacio expositivo, administración, restaurante...). Un eufemismo, al respecto, son las llamadas salas “multiusos”.

- ¡He utilizado el edificio como un contenedor!
Mal vamos!!!. Un edificio histórico nunca es un contenedor y menos en la acepción de receptor de desechos. Que el edificio histórico sea una excusa para la creación de otro de nueva planta o que se arrinconen los valores del monumento frente a una creatividad mal entendida, es una agresión contra el Patrimonio. Conservar tres o cuatro paredes o incluso todo el perímetro no es ni restaurar ni rehabilitar, es expoliar y demoler.
Aquellas intervenciones que se salvan de estas presiones tienen mayores posibilidades de llegar a buen puerto. Son muchas las que podríamos citar. Ejemplos muy dignos a seguir son los dos proyectos valencianos premiados en la última edición del Premio Unión Europea de Patrimonio Cultural / Europa Nostra 2012. Los arquitectos de la empresa ARAE Patrimonio y Restauración, S.L.P han sido premiamos por el proyecto de rehabilitación del Palauet y fábrica de baldosines de gres de Nolla en Meliana.
Las palabras que acompañan a la recensión de su proyecto responden a la primera de las preguntas que planteábamos en el título: ¿cómo? Son una muestra de cuál es el primer paso, que nunca debe saltarse, en la futura rehabilitación: el profundo conocimiento del objeto a intervenir. Los  trabajos llevados a cabo exploran todas las vertientes de este patrimonio: industrial, arquitectónico, artístico, histórico, social, etc. Los objetivos de estas labores son múltiples: conocer los modos exactos de fabricación de semejante producto, su historia, su difusión, la repercusión de dicha industria sobre el tejido económico y social, así como el conocimiento exhaustivo del muestrario de la fábrica: el Palauet Nolla. Los resultados de tales trabajos nos permiten plantear la restauración del edificio, así como la difusión y el reconocimiento de tan valioso legado, especialmente a escala local y regional (http://www.arae.es/trabajos_nolla.html).

Horno Alto nº2. Sagunto. Arquitectos C. Gradolí y A. Sanz
Para responder a la siguiente pregunta: ¿para qué?, nos servimos del segundo proyecto premiado, el de los arquitectos Carmel Gradolí y Arturo Sanz por el Horno Alto nº 2 de Sagunto: el horno alto no es un contenedor al que se pueda implantar un nuevo uso más o menos adecuado a sus características espaciales y a su destino original, sino una máquina enorme, un artefacto que se ha construido y modificado con unos medios, una finalidad y, sobre todo, una actitud muy distinta a la que hoy nos anima a conservarloLa actuación en el Horno Alto nº2 tiene la responsabilidad de restituir como elemento cultural un pasado del que es casi el único nexo de unión. En ese sentido la intervención ha actuado en tres aspectos: consolidación estructural, recuperación de su imagen y habilitación funcional, de carácter esencialmente didáctico. (http://www.gradolisanz.acontrapeu.com/GradoliSanz/alto_horno_I.html)
Todas estas reflexiones, estos buenos “modos” de encarar el trabajo de la rehabilitación de edificios o elementos arquitectónicos del Patrimonio Cultural histórico o arqueológico, se hallan en la senda por la que debemos caminar todos aquellos profesionales que tenemos ocasión de recoger en nuestras manos la responsabilidad de estudiar y decidir sobre la intervención en casas, palacios, castillos, alquerías…o cualquier otra construcción del pasado.
En definitiva, el Patrimonio, sea cual sea, es un legado que heredamos de nuestros antepasados, que se nos confía, que tenemos la obligación de  mantener, si es posible mejorar, y finalmente transmitir a las generaciones futuras.
Igualmente es esta la filosofía que se ha de transmitir a todos aquellos que se plantean recoger nuestro relevo en los días venideros.
Son muchos los recursos de los que disponen los actuales estudiantes y recién licenciados de todas aquellas disciplinas que confluyen en la rehabilitación arquitectónica histórica. A ellos se suma ahora la oferta de  nuestros cursos de formación, que pretenden sobre todo ofrecer conocimientos y criterios altamente profesionales, una profesionalidad, que asegure intervenciones meditadas y respetuosas con nuestro legado.

4 comentarios:

  1. Enhorabuena poe el estupendo trabajo que haceis.
    http://www.jesusvillanueva.net/?page_id=32

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  2. Pues si que es verdad, las intervenciones sobre el patrimonio se han llevado a cabo en muchas ocasiones, bajo las presiones políticas que los empuja a cortar una cinta, no importa donde, antes de las elecciones. Lo cual nos llevaría a la consideración de que los políticos nos tienen por estúpidos (hehe, se cree el ladrón que todos son de su condicion).

    Pero alguna cosa estamos haciendo mal en restauración cuando vemos bastantes intervenciones en edificios que se restauraron hace menos de 10-15 años. Y la verdad es que a nosotros nos han pasado por delante proyectos que no merecen tal nombre, muchas veces un copy-paste de otros documentos, en los que aun se conserva el nombre del anterior monumento.

    Y alguna cosa mal hacen las administraciones. Un ejemplo: 15 dias para redactar un proyecto de restauración de una muralla andalusí de enorme importancia histórica; 40 dias para tramitar el proyecto por la comisión de patrimonio correspondiente; 50 dias para los trámites de adjudicación (actualmente en curso); y 30 dias para ejecución porque hayq ue cerrar el año antes del 15 de noviembre (lo cual le da a la administración implicada 30 dias más para cerrar realmente el año).

    Asi resulta difícil trabajar en condiciones y con la necesaria reflexión.

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    1. La rapidez en la redacción de los proyectos y la rapidez en la ejecución, que no en la tramitación, son productos de un problema mayor: que los agentes sociales y políticos, en demasiadas ocasiones, no se han creído verdaderamente el valor social que representa cualquier objeto patrimonial (mueble o inmueble) y la reponsabilidad que ello conlleva. Muchos trabajos se han realizado por imperativo legal, por presiones sociales o por su rendimiento en las urnas. Sin embargo, aunque en apariencia las "piedras" ni sienten ni padecen, son un legado con el que no se puede frivolizar.

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